Depresión, pobreza y hambre en la vida del primer impresionista original
Un pintor cuyo trabajo recordamos como una de las proezas del arte moderno: la luz ya no está en los contrastes blanquecinos, sino en los colores. El color más claro para recordarnos la riqueza del sol, los colores más oscuros para hacernos saber que las sombras siempre están presentes. Claude Monet no tuvo una vida sencilla, casi toda su vida estuvo plagada de angustia y pobreza. El francés fue rechazado de diferentes exposiciones pero al final, logró cambiar el arte para siempre.
El oriundo de París fue quien le dio nombre al movimiento impresionista, su máximo representante, el hombre estoico que decidió pintar los reflejos en el puerto y los nenúnfares del río. Junto a otros artistas que dejaron su esencia y legado en esa época como Renoir, Sisley, Manet o Cézanne, Claude Monet se opuso al arte establecido.
Dejó las técnicas pictóricas que privilegiaban el realismo para dotar a sus cuadros de una vivacidad en las pinceladas que nunca antes había experimentado el arte. Monet siempre fue un joven culto, durante las excursiones al campo y la playa, se enamoró perdidamente y descubrió qué quería hacer con su trabajo pictórico: pintura au plein air, al aire libre.
Su pintura estaba llena de contrastes y no sólo en los colores que aplicaba, sino en rescatar las ideas del pasado y aplicarlas al futuro, algo que nunca antes se había hecho. Monet conocía el trabajo de Edouard Manet, quien en ese momento era una gran figura a seguir. Así, se dispone a hacer una pintura y presentarla en el “Salón de los rechazados”. Envió su obra “Mujeres en el jardín” y Manet, a quien tanto admiraba, la criticó con dureza extrema.
Monet pasaba por uno de los momentos más difíciles de su vida: su pasión por la pintura, pensaba, tal vez no era lo suficientemente grande como para lograr una carrera y poder vivir de eso. Y en su vida personal, el embarazo y nacimiento de un hijo que ni siquiera esperaba, acabaron por quebrarlo. Esta serie de desgracias lo llevaron a un intento de suicidio y vivir una época de extrema pobreza, soledad y hambre.
Sus problemas económicos se convirtieron en un ladrillo que Monet debía mantener siempre en su espalda. Con su esposa y su pequeño hijo, Monet se traslada a Bougival, en donde penaba por las calles por su mala fortuna: no tenía dinero para calefacción, luz y ni siquiera para comer. Renoir se convirtió en su más grande apoyo, ayudándolo en cuanto podía.
Lo único que hacía que Monet pudiera sobrellevar su vida era la pintura: sus anhelos sólo eran posibles a través de las pinceladas. Pero un conflicto bélico estaba a punto de cambiar su vida: la guerra franco-prusiana estaba próxima a estallar. y para huir de las atrocidades que traería consigo, Monet se trasladó a Londres, en donde, por fortuna, encontró al galerista Paul Durand-Ruel, de quien Monet fue uno de los artistas más queridos y protegidos.
Su vida así dio un vuelco de fortuna. La herencia de su padre lo convirtió en un pintor medianamente adinerado. Instalado en Holanda, Monet compró un bote para convertirlo en su taller flotante, investigar los efectos de la luz y el color en los paisajes y su vida se convirtió en una historia de amor otoñal como pocas.
En Le Havre pinta “Impresión, sol naciente” y desde ese momento, su nombre queda plasmado en los libros de arte, en las enciclopedias más populares y en las voces de los profesores de historia. Monet crearía el manifiesto para un nuevo movimiento con trazos rojizos sobre un mar también iluminado de ese color: los impresionistas, llamados así por el cuadro de Monet, estaban destinados a tenerlo como el líder y mayor representante de su nueva manera de pintar.
Ese fue el origen de uno de los primeros ismos modernos, del que Monet es considerado padre. A finales de 1873, se fundó la “Societé Anonyme Cooperative d’artristres paintres, sculpteurs, graveurs” con Monet como líder indiscutible, y aceptando a regañadientes el mote de “impresionistas” a partir del cuadro de Monet.
Después, el pintor pasó una temporada con el magnate Ernest Hoschedé y su esposa Alice, de la que más tarde se enamoraría perdidamente. Trabajó en la serie de la estación de Saint-Lazare y más tarde, se trasladó con su familia a la mansión de los Hoschede, donde recibió asilo a pesar de las dificultades económicas de ambos.
En dicho marco, su esposa muere y Monet no halla otro consuelo que hacer figuras con su pincel. Sus cuadros de dicha época son fríos y desoladores, igual que sus sentimientos pero logra atraer la atención del público. Más exposiciones se realizan con su obra y, según el testimonio del pintor Paul Gauguin, el valor de sus cuadros se multiplicó, convirtiéndolo en uno de los pintores mejor pagados.
Monet, compró un terreno bastante amplio, en el que invirtió con anhelo en su jardín y logró pintar hermosos cuadros retratando sus nenúnfares. En esta etapa, Alice, la esposa de Hoschedé y el pintor, comenzaron una relación que duró hasta la muerte de Alice.
Tal vez el sufrimiento constante se convirtió en el mejor incentivo para Monet, igual para muchos otros pintores, su dolor fue la mejor arma e inspiración para sus cuadros. El dinero tal vez nunca fue aliciente y Monet, en la más grande pobreza, nunca sintió que fuera necesario. El dolor siempre será la clave del arte, como en la pintura romántica, que provocó una época de suicidios constantes como ninguna otra.
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