¿Te has preguntado... Qué hacen los jóvenes cubanos con la Wi-Fi? Esta es la respuesta
“La verdad es que esto del Internet me encanta”, dice Carla, una muchacha de 19 años, que está sentada en el suelo y no levanta la vista de su pantalla. “Vengo bien tarde en la noche y a veces me coge hasta el amanecer”. “¿Y qué haces tanto tiempo conectada?”, le pregunto. “¿Yo? Estar en Facebook”.
Por: Cynthia de la Cantera Toranzo
La red social de Marck Zuckeberg atrae la atención de la mayoría de los jóvenes cubanos “enganchados” a la Wi-Fi pública de ETECSA. Los vemos llegar con sus dispositivos móviles, acomodarse donde mejor puedan y listo: desde La Habana directo al mundo vía Facebook.
El nuevo Aleph que un día contó Borges.
“Hay veces que busco alguna cosa que quiera comprar en Revolico”, continúa Carla. “Pero ya, todo lo demás es Facebook. Fíjate que ni correo tengo, ¿para qué? si con el Face ya lo resuelvo todo”.
Cuando esta generación dice “resolver todo” en cuestiones de Internet se refiere, básicamente, a la comunicación con sus familiares y amigos del exterior, el hacer nuevas amistades, tener acceso a toda la información –quedaría pendiente qué tipo de información- y, por supuesto, entretenerse.
La red social más utilizada dentro y fuera de la Isla satisface, ella solita, estas nuevas necesidades infocomunicativas de los jóvenes cubanos.
“El IMO lo utilizo menos, ¿ves? aunque el Messenger igual me sirve. Lo que pasa con el IMO es que a veces la imagen se ve demasiado lenta o se congela, porque la conexión es lenta, porque claro”, me responde en lo que parece una cadena infinita de argumentaciones, “todo el mundo aquí está para lo mismo”.
“Por eso hace falta que pongan más puntos, y en todos los municipios además, para que quede cerca de donde uno vive, que es más seguro y más cómodo. Y si es en la casa, pues mejor. ¿Te imaginas con Internet en la casa?”, me pregunta cuando en realidad lo hace para sí misma…“no saldría nunca”, concluye.
Hasta el momento, y desde julio de 2015, se han habilitado 51 puntos de conexión en toda la Isla. A pesar del alto costo de Internet -2 o 3 cuc la hora, según la tarifa oficial y la de los revendedores- los puntos no dan abasto.
Carla sabe que por la noche son menos los que lo intentan y, por tanto, la conexión es un poquito más rápida. “Pero eso es a riesgo de que te coja la madrugada, como a mí, o que luego no tengas en qué regresar para tu casa si no vives cerca”.
Por eso Carla prefiere salir a conectarse a la Wi-Fi en grupo. Se reúnen unos cuantos amigos de su edad y, como si se tratara de una típica salida a la heladería Coppelia o el Malecón, deambulan Rampa arriba o Rampa abajo buscando el mejor sitio para conectarse. Este es el nuevo entretenimiento nocturno en una ciudad de pocos espacios, caros por demás. “Después de todo es una manera de pasar el tiempo, a veces no hay mucho qué hacer”.
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