Los cadáveres que nunca se lograron descomponer
La descomposición es esencial para reciclar la materia: un organismo vivo se reduce a formas más simples, aunque no todos se descomponen de la misma manera.
Cuando alguien muere, el corazón deja de latir, por lo tanto, la sangre deja de circular, se coagula y se asienta. Debido a la falta de circulación, el cuerpo comienza a perder temperatura y los músculos se endurecen, proceso conocido como rigor mortis. Las células muertas se rompen y liberan sustancias y enzimas que crean un ambiente idóneo para bacterias y hongos, que iniciarán con el proceso de descomposición del cuerpo, durante el cual despiden putrescina y cadaverina, sustancias con un olor muy desagradable.
Los rasgos faciales se vuelven irreconocibles y las bacterias disuelven los tejidos. El cuerpo puede hincharse por la proliferación bacteriana y la acumulación de gases podría resultar en el escurrimiento de líquido por los orificios. Luego, se encoje y la piel se marchita. Como consecuencia, las uñas de las manos y los pies aparentan haber crecido unos milímetros. La contracción de los músculos erectores del pelo también contribuyen a que parezca que el vello corporal y el cabello han crecido.
La duración del proceso de descomposición varía según el clima y otros factores, puede ser incluso que no ocurra o se detenga, produciendo entonces la conservación del cadáver.
Las circunstancias que detienen la putrefacción se denominan como procesos naturales de conservación, como la momificación, la saponificación y la corificación.
A continuación algunos ejemplos de cuerpos que se han conservado a la fecha.
Momificación
La momificación consiste en la desecación del cadáver por la evaporación del agua de los tejidos, lo que hace imposible el desarrollo de los gérmenes que provocan la putrefacción. El cuerpo disminuye de volumen, pierde peso y se hace tieso y quebradizo.
La momia de esta imagen, que recibió el nombre de Ötzi data entre 3359 y 3105 a.C. Fue descubierto en septiembre de 1991 por dos alpinistas alemanes en los Alpes de Ötztal, en la frontera de Austria e Italia.
Saponificación
La saponificación consiste en el cambio químico de la grasa corporal que adquiere una consistencia dura, granulosa, de color gris blanquecino. Es producto de la descomposición de cadáveres sumergidos en agua o sepultados en terreno húmedo.
El Hombre de Tollund, Dinamarca es un buen ejemplo de conservación por saponificación. El cuerpo fue descubierto el 6 de mayo de 1950, y se cree que pertenecía a alguno de los pueblos escandinavos, en plena Edad de Hierro prerromana.
Embalsamamiento
Las antiguas civilizaciones ya practicaban la conservación artificial de los cadáveres usando la técnica del embalsamamiento. En la actualidad todavía se practica. Se puede llevar a cabo mediante la inyección de sustancias como el formol en cavidades como el cráneo, tórax, abdomen y masa muscular. Otra manera es colocar el cuerpo sobre serrín, mezclado con sulfato de cinc que se riega con una solución de formol.
Rosalia Lombardo murió de neumonía a los dos años, en 1920. Gracias a que fue embalsamada con formol, alcohol ácido salicílico y glicerina, su cuerpo permanece hasta el día de hoy. Su cadáver es conservado en las Catacumbas Capuchinas de Palermo, Sicilia.
Vladimir Lenin murió el 21 de enero de 1924. Su cuerpo fue embalsamado y yace en un mausoleo creado especialmente para él; desde entonces se exhibe en la Plaza Roja de Moscú. El cadáver requiere de mantenimiento, por lo que recibe inyecciones y baños químicos.
Corificación
La corificación se da en los cuerpos que fueron introducidos en ataúdes de cinc o plomo. La putrefacción se detiene por carencia de oxígeno. Se caracteriza porque la piel del cadáver asume un color grisáceo y adquiere la consistencia típica del cuero recién curtido.
El monje budista Dashi-Dorzho Itigilov pidió dos cosas antes de morir, en 1927. La primera fue que lo enterraran exactamente en la misma posición en que lo encontraron muerto. La segunda, que lo exhumaran años después. Cuando lo desenterraron, en 1955, los monjes se sorprendieron de que su cuerpo había sido inmune a la descomposición. Lo declararon entonces una reliquia sagrada.
Santa Zita pasó su vida cuidando de aquellos que lo necesitaban. Cuando murió, en 1272, muchos afirmaron que una estrella apareció por encima de su hogar al momento de su partida. Zita fue exhumada en 1580 y su cuerpo estaba íntegro. Zita fue canonizada en 1696 y se exhibe en la Basílica de San Frediano en Lucca, Italia.
Lady Xin Zhui es probablemente una de las momias mejor conservadas del mundo. Esposa de un político de la Dinastía Han, murió en 163 a.C. Su cuerpo incluso conserva sangre vieja en sus venas. Esto se sabe porque científicos pudieron llevar a cabo una autopsia, y concluyeron que murió por enfermedades cardíacas.
En 1846, durante una expedición, el oficial inglés John Torrington sucumbió debido a complicaciones a causa de un envenenamiento a la edad de 22 años. Fue enterrado en el ártico canadiense. Pero en 1984, científicos encontraron su cuerpo intacto.
Congelación
El frío intenso y prolongado puede propiciar la conservación de un cadáver. El enfriamiento continuo a -40ºC permite la conservación de productos de origen animal y vegetal.
Antes de que los europeos llegaran a América del Sur, una joven inca fue sacrificada en una ceremonia religiosa en las alturas de los Andes. En realidad murió congelada mientras la intoxicaban con hierbas de cocoa. “La Doncella” fue descubierta después de más de 500 años.
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Santa Bernadette Soubirous fue una pastora francesa. Fue canonizada el 8 de diciembre de 1933. Su cuerpo se encuentra incorrupto y puede verse en el Convento de Nevers, Francia, dentro de un féretro de cristal. Es patrona de los enfermos, los pobres y de los pastores.
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